Álvaro del Portillo (1914-1995) fue un sacerdote jesuita español, el primer sucesor de San José María Escrivá de Balaguer como Prelado de la Opus Dei. Estudió en la Universidad de Madrid, donde se graduó en Derecho civil y canónico en 1935.
Con el Papa Pío XII, fue el cofundador de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei en 1950. Recibió la consagración episcopal en 1952, convirtiéndose en el primer obispo de la Opus Dei. Durante los años de su liderazgo, el Opus Dei se extendió por todo el mundo, extendiéndose desde los Estados Unidos hasta Asia.
Durante su mandato como Prelado de la Opus Dei, el Beato Álvaro del Portillo trabajó muy de cerca con el Papa Juan Pablo II, quien lo nombró cardenal en 1991, y fue uno de los principales colaboradores de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II. Promovió el desarrollo de la enseñanza católica a lo largo de todo el mundo y fue el fundador de muchos centros de estudios en Europa, América Latina y Asia.
Después de su muerte en 1995, el Papa Juan Pablo II lo beatificó en 2014, y posteriormente fue canonizado por el Papa Francisco en 2020. Su memoria se celebra el 23 de marzo, el día de su muerte. El Beato Álvaro del Portillo es recordado como un líder fiel a la enseñanza de la Iglesia y como un gran defensor de la vida cristiana.
Don Álvaro del Portillo y Diez de Sollano (n. Madrid, 11 de marzo de 1914 - f. Roma, 26 de marzo de 1994) fue un prelado católico español. Fue el primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer en la dirección de la prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei.
Don Álvaro fue un sacerdote de profunda devoción a la Virgen María, y durante su vida fue el responsable de establecer el carisma de Opus Dei en el mundo entero. Desempeñó un papel clave en la promoción y defensa de la doctrina católica durante el Concilio Vaticano II.
Durante su mandato, don Álvaro trabajó para promover el desarrollo espiritual y material de los miembros de la prelatura, así como para asegurar su integridad doctrinal. Estableció nuevas normas para el gobierno de la prelatura, enfocadas en la promoción de la espiritualidad cristiana, el fomento de la solidaridad social y el fortalecimiento de la unidad entre los miembros.
Fue un gran ejemplo de vida cristiana, que inspiró a muchos católicos a seguir con entusiasmo a Cristo y a ser testigos de la fe en el mundo. Su legado se mantiene vivo en la memoria de los miembros de la prelatura y de los demás que se han beneficiado de su ministerio.
Álvaro del Portillo fue beatificado el 25 de septiembre de 2014, en el estadio Olímpico de Roma, con el nombre de Beato Alvaro del Portillo. Esta ceremonia fue presidida por el Papa Francisco y fue el primer paso para su canonización como santo de la Iglesia Católica.
Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Fue el segundo hijo de cuatro hermanos y estudió en la Universidad de Madrid. Allí se graduó en Ciencias Exactas en 1936, y posteriormente se dedicó a la docencia y la investigación científica.
En 1939, Álvaro del Portillo fue ordenado sacerdote por el Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, que le aconsejó dejar la ciencia para dedicarse al apostolado. Desde entonces, el Beato Álvaro fue uno de los principales colaboradores del beato Josemaría Escrivá en la fundación de la Obra de San Josemaría, que ahora es conocida como la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei.
El Beato Álvaro del Portillo fue el sucesor inmediato de San Josemaría Escrivá como Prelado de la Obra de Dios. Durante su mandato, realizó misiones por Europa, América, África y Asia, siempre con el propósito de promover el apostolado.
El Beato Álvaro del Portillo fue beatificado el 25 de septiembre de 2014, después de que el Papa Francisco reconociera un milagro atribuido a su intercesión. Esto abrió el camino para su canonización como santo.
Don Álvaro del Portillo y Diez de Sollano, era un sacerdote español que fue el primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer como Prelado de la Prelatura del Opus Dei. Nació el 23 de marzo de 1914 en Madrid, siendo el segundo de ocho hermanos, y falleció el 23 de marzo de 1994, en el mismo lugar. Don Álvaro murió de forma súbita y repentina, después de asistir a una reunión de trabajo con el Consejo de la Prelatura. Se había sometido a algunos exámenes médicos rutinarios y los resultados fueron satisfactorios. Tras su muerte, el mismo día, se celebró el funeral en una iglesia de Madrid, donde se reunió una gran cantidad de fieles de la Prelatura. Su muerte fue una conmoción para todos aquellos que le conocían, ya que era una persona tranquila, sencilla, amable, optimista y con un gran sentido del humor. Durante su vida había dedicado todo su tiempo a servir a la Iglesia Católica, trabajando incansablemente para la divulgación de la espiritualidad del Opus Dei. Su legado sigue siendo muy importante para la Prelatura hasta el día de hoy, y su memoria se mantiene viva gracias a los testimonios de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo personalmente.