El diezmo es una práctica común en la Iglesia Evangélica, que se refiere a la décima parte de los ingresos de una persona. Este concepto se remonta a la antigua tradición judía, en la que los diezmos eran una forma de sostener el templo y apoyar a los sacerdotes.
En el contexto de la Iglesia Evangélica, el diezmo se utiliza para financiar las misiones y proyectos de la iglesia, así como para apoyar a los líderes y ministros. Muchos creyentes ven el diezmo como una forma de honrar a Dios y demostrar su gratitud por las bendiciones que reciben. También se considera una forma de confiar en Dios para proveer para las necesidades de uno.
Aunque el diezmo es una práctica común en la Iglesia Evangélica, no se considera obligatorio. Cada persona es libre de decidir cuánto y cuándo dar. Sin embargo, muchos creyentes encuentran que el diezmo les brinda una sensación de propósito y satisfacción al saber que están apoyando la obra de Dios.
El diezmo es una práctica comúnmente asociada con el cristianismo, que consiste en la entrega del 10% de los ingresos a la iglesia o institución religiosa. Sin embargo, muchos se preguntan ¿dónde dice en la Biblia que el diezmo es obligatorio?
En el Antiguo Testamento, en particular en el libro de Levítico, se encuentran varias referencias al diezmo. Por ejemplo, en el capítulo 27, versículo 30, se dice: "El diezmo de la tierra, sea de la semilla de la tierra, sea del fruto de los árboles, es de Jehová; es cosa dedicada a Jehová". En otras palabras, se sugiere que el diezmo es un tributo sagrado que se debe pagar a Dios.
En el Nuevo Testamento, Jesús hace referencia al diezmo en varias ocasiones, pero nunca lo presenta como una obligación. En Mateo 23:23, por ejemplo, dice: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Estas cosas debisteis haber hecho, sin dejar aquellas".
Por su parte, en el libro de Hebreos, capítulo 7, se menciona a Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, quien recibió el diezmo de Abraham. Esto se presenta como uno de los argumentos para defender la práctica del diezmo en la iglesia primitiva. Pero debemos tener en cuenta que la Biblia no proporciona una respuesta definitiva sobre si el diezmo es obligatorio o no.
En conclusión, aunque la Biblia no presente el diezmo como una obligación, muchos cristianos siguen practicándolo como una forma de mostrar su compromiso con Dios y con la iglesia. Sin embargo, cada persona debe estudiar las Escrituras y orar por sabiduría para determinar qué es lo correcto en su caso particular.
Muchos cristianos se preguntan ¿Qué dijo Jesús acerca de los diezmos? La respuesta a esta pregunta se encuentra en algunos pasajes de la Biblia que mencionan a Jesús hablando sobre la actitud que debe tener una persona cuando da sus diezmos.
En Mateo 23:23, Jesús le dice a los fariseos que deben pagar los diezmos de las hierbas y especias, pero también deben prestar atención a los aspectos más importantes de la ley, como la justicia, la misericordia y la fe. Esto muestra que Jesús consideraba importante el cumplimiento de los mandamientos, pero también creía que debía haber una actitud correcta detrás de la observancia de los mandamientos.
Otro pasaje que se relaciona con los diezmos se encuentra en Lucas 11: 42. En este texto, Jesús critica a los fariseos por darse cuenta de los diezmos, pero no preocuparse por la justicia y el amor de Dios. Esto representa la idea de que, para Jesús, no es suficiente cumplir con la ley de los diezmos, sino que también es importante cumplir con otros aspectos de la voluntad de Dios.
Además, en Lucas 18:12, encontramos a un fariseo que se jacta de pagar sus diezmos y hacer otras buenas obras, pero Jesús señala la actitud arrogante detrás de su acción y la importancia de ser humilde en la entrega de sus diezmos. Para Jesús, no se trata solo de dar los diezmos, sino también de hacerlo con un corazón sincero y humilde.
Concluyendo, Jesús al hablar sobre los diezmos, les da importancia, pero también hace hincapié en la actitud que debe tener la persona al darlos. Para Jesús, el cumplimiento de la ley de los diezmos era significativo, pero lo era también la práctica de la justicia, la misericordia y la fe, y hacerlo todo con un corazón humilde y sincero.
El diezmo es un mandamiento bíblico que establece que debemos entregar un décimo de nuestras ganancias a Dios.
La razón principal de dar el diezmo es mostrar nuestro agradecimiento y obediencia a Dios, reconociendo que todas nuestras posesiones y recursos provienen de Él.
Además, dar el diezmo es una forma de contribuir a la obra de Dios en la tierra, financiando proyectos evangelísticos, misiones y otras actividades que contribuyen al crecimiento del reino de Dios.
Por otro lado, el diezmo también es una forma de mostrar nuestra fe y depender de Dios, confiando en que Él suplirá todas nuestras necesidades al obedecer sus mandamientos.
Es importante recordar que el diezmo no es una obligación legal, sino un acto voluntario de adoración y fe.
En resumen, el dar el diezmo es una forma de agradecer a Dios, contribuir con su obra, mostrar nuestra fe y depender de Él.
El diezmo es una contribución monetaria que se entrega como muestra de fe y gratitud en algunas religiones. Además, puede ser destinado a diferentes fines, por lo que existen cuatro tipos de diezmos que se diferencian según su destinatario y finalidad.
El primer tipo de diezmo es el que se entrega a la iglesia a la que se pertenece como contribución para el mantenimiento de la misma, así como para apoyar programas de ayuda social y educación. Este tipo de diezmo se conoce como diezmo parroquial.
El diezmo diocesano es el segundo tipo y consiste en una contribución que se realiza a la diócesis a la que pertenece la parroquia. Este dinero se utiliza para mantener las actividades pastorales y los programas de ayuda social de todo el territorio diocesano.
El tercer tipo de diezmo es el diezmo personal, que se da de manera libre y voluntaria por los fieles que quieren aportar más de lo que establece la ley de la iglesia. Esta contribución puede ser destinada a causas específicas, como la construcción de un templo o la ayuda a comunidades en necesidad.
Por último, encontramos el diezmo de solidaridad, que es una contribución que se destina a proyectos sociales de la propia iglesia y que no está ligada a una parroquia en concreto. Este diezmo se utiliza para apoyar a las personas en situación de vulnerabilidad, así como a misiones y programas de ayuda en diferentes lugares del mundo.