El Catecismo de la Iglesia Católica describe el sacramento de la Confirmación como una señal visible de la gracia de Dios, que es el Espíritu Santo. La Confirmación es el segundo sacramento que recibe un bautizado, y es una señal de su pertenencia a la Iglesia. El Catecismo explica que la Confirmación fortalece la gracia del bautismo, y permite al bautizado vivir más plenamente como discípulo de Jesucristo.
El Catecismo también explica que el sacramento de la Confirmación es una parte importante de la iniciación cristiana, y que como los demás sacramentos, es un don recibido de Dios. El Catecismo explica que el sacramento de la Confirmación permite al bautizado recibir el Espíritu Santo, lo que le permite vivir como un cristiano auténtico y comprometido. El Espíritu Santo permite al bautizado profundizar su fe, vivir con más amor a Dios y al prójimo, y testificar de Cristo.
El Catecismo explica que el sacramento de la Confirmación es administrado por un obispo, quien impone sus manos sobre el confirmando, y le da la imposición de la señal de la cruz. El obispo entonces pronuncia la formula de consagración, en la cual se invoca el Espíritu Santo para que el bautizado reciba la gracia. El confirmando recibe el Espíritu Santo a través de la imposición de manos y la imposición de la señal de la cruz, y también a través de la oración del obispo por el confirmando.
El Catecismo explica que el sacramento de la Confirmación es un don de Dios, que permite al bautizado comprometerse con Cristo y vivir como un discípulo fiel. La Confirmación fortalece la gracia del bautismo, y permite al bautizado vivir con mayor fervor su fe cristiana. La Confirmación es una parte importante de la iniciación cristiana, y es administrada por un obispo, quien impone sus manos sobre el confirmando y le da la imposición de la señal de la cruz.