La Virgen de Fátima es una de las advocaciones marianas más importantes del mundo, especialmente en Portugal, donde se encuentra la ciudad de Fátima. Según la tradición católica, en el año 1917 la Virgen se apareció a tres niños en esa ciudad, Lucía, Francisco y Jacinta, para encomendarles una misión: rezar e invitar a los demás a rezar por la paz del mundo y el fin de la Primera Guerra Mundial.
Desde entonces, la Virgen de Fátima ha sido un símbolo de protección divina para los creyentes, quienes le atribuyen numerosos milagros y prodigios. Se dice que la Virgen ha salvado vidas, curado enfermedades y concedido favores a quienes le han pedido su ayuda con fe y devoción.
Además, la Virgen de Fátima es considerada una intercesora ante Dios, que escucha las plegarias y ruegos de sus hijos. Por eso, muchos fieles acuden en peregrinación a Fátima para pedirle a la Virgen que interceda por ellos en sus necesidades y problemas.
En resumen, la protección divina de la Virgen de Fátima es un tema central en la fe católica y sigue siendo una fuente de esperanza y consuelo para millones de personas en todo el mundo.