La Iglesia Católica reconoce seis Misericordias Corporales. Estas se enfocan en aliviar el sufrimiento físico de nuestros semejantes, especialmente de los más necesitados. Observar estas Misericordias Corporales es un mandato divino que implica ayudar a quienes nos rodean y que se encuentra en las Sagradas Escrituras.
Dar de comer al hambriento es una de ellas, pues todos necesitamos alimentos para sobrevivir. Este mandato se puede cumplir a través de la donación de comida, ayudando en la organización de comedores sociales y centros de alimentación. También se puede ayudar a través de la realización de actividades para recaudar fondos y así adquirir alimentos para donar a los más necesitados.
Otra Misericordia Corporal importante es darle de beber al sediento. En muchos lugares, especialmente en áreas rurales, el acceso al agua potable es limitado. Para cumplir con este mandato, se puede invertir en infraestructuras que ayuden a llevar agua limpia a comunidades que carecen de ella. Se pueden también financiar proyectos de tratamiento de agua o construcción de pozos.
La vestimenta al desnudo es otra de las Misericordias Corporales. Está relacionada con cubrir las necesidades básicas de las personas, como el vestido. Se puede cumplir con este mandato a través de la donación de ropa, la organización de campañas de recolección de ropa o la creación de talleres de costura en comunidades necesitadas. También se puede ayudar a través de la donación de ropa de invierno a comunidades de climas fríos.
Una forma de cumplir con la Misericordia Corporal de visitar al enfermo es visitando hospitales y clínicas. Muchas personas están hospitalizadas y no tienen familiares que los visiten. Una visita de aliento puede hacer una gran diferencia. También se puede ayudar a través del voluntariado en organizaciones que ofrezcan servicios de salud gratuitos, o a través de la presencia en asilos o residencias de ancianos.
Abrigar al desvalido está relacionado con la necesidad de tener un techo seguro. Se puede cumplir con este mandato a través de la donación de ropa de invierno, la creación de albergues temporales para personas sin hogar o la construcción de viviendas. También se puede ayudar a través de la donación de mantas o colchas a comunidades que viven en zonas de bajas temperaturas.
La sexta Misericordia Corporal es enterrar a los muertos. Esta Misericordia es especialmente importante en momentos de crisis que involucren la muerte de muchas personas, como catástrofes naturales o pandemias. También se puede ayudar a través de la donación de tierras para cementerios, la asistencia a familias que no pueden pagar los costos de un funeral o la organización de colectas de fondos para la construcción de nichos o tumbas.
En resumen, las Misericordias Corporales son una forma de cumplir con el mandato divino de amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Al cumplir con estas Misericordias, se está ayudando a aliviar el sufrimiento físico de aquellos que nos rodean, lo cual es una de las formas más directas en las cuales podemos transmitir el amor de Dios al mundo.