La contemplación es una práctica que consiste en detenerse y reflexionar sobre la vida y el mundo que nos rodea. Para ser una persona contemplativa, es necesario aprender a observar y escuchar de manera activa y sin prejuicios. Esto significa dejar a un lado los pensamientos y preocupaciones del día a día y centrarse en el momento presente.
Para comenzar a ser una persona contemplativa, es importante que tengas un espacio tranquilo en donde puedas realizar esta práctica. Puede ser un lugar al aire libre o una habitación silenciosa en tu casa. Una vez que tengas ese lugar, siéntate en una posición cómoda y cierra los ojos para quietar tu mente.
Una vez que te hayas conectado contigo mismo, comienza a observar los detalles de tu entorno. Escucha los sonidos a tu alrededor, las sensaciones de tu cuerpo y presta atención a tu respiración. Con el tiempo, te darás cuenta de que la práctica de la contemplación te permitirá ser más consciente y presente en tu vida diaria.
No es necesario dedicar un largo tiempo a la contemplación diariamente. Con tan solo unos minutos al día podrás obtener grandes beneficios. Comienza con 5 minutos y, a medida que te vayas sintiendo más cómodo, aumenta el tiempo.
Recuerda que la práctica de la contemplación puede ser una herramienta poderosa para gestionar el estrés, mejorar la concentración y reducir la ansiedad. Si quieres ser una persona contemplativa, lo más importante es comenzar con pequeños pasos y ser constante en tu práctica.
El don de la contemplación se refiere a una gracia divina que permite a una persona sentir una profunda conexión con Dios. A través de la contemplación, una persona puede llegar a tener una comprensión más clara de su propósito en la vida, de la naturaleza del mundo y de su relación con Dios.
La contemplación no es algo que pueda ser forzado o aprendido a través de la práctica. Es un regalo de Dios que se le otorga a aquellos que buscan sinceramente una relación con Él y están dispuestos a abrir sus corazones a su presencia. Algunas personas pueden experimentar la contemplación en momentos de oración, meditación o simplemente en momentos de silencio y reflexión.
La contemplación puede ser una experiencia potencialmente transformadora. A veces, puede llevar a una persona a una mayor comprensión de sí mismo y de los demás, y a una mayor conciencia de las necesidades del mundo que lo rodea. También puede llevar a una persona a descubrir nuevas formas de oración y adoración y a profundizar su relación con Dios.
Es importante recordar, sin embargo, que el don de la contemplación no es algo que se pueda buscar o esperar recibir. Es una gracia que se otorga en el momento adecuado y en la medida adecuada a cada persona. Algunos pueden recibir este don con mayor frecuencia o intensidad que otros, pero la contemplación es siempre un regalo que se recibe libremente de Dios.
La mirada contemplativa es una forma de observar el mundo que enfatiza la atención plena, la apertura y la reflexión. Es una forma de ver que se aleja de la mirada superficial y rápida propia del mundo actual, para adentrarse en una visión más profunda y detallada de las cosas.
Al contemplar, nos centramos en el presente, en el aquí y ahora, sin juzgar, sin prejuicios, sin prisa. En lugar de clasificar y etiquetar, observamos sin añadir nada, sin interpretar nada. Solo miramos, atentamente y con una mente abierta.
La mirada contemplativa también implica la exploración, la perseverancia y la paciencia. Observamos no solo lo que está a simple vista, sino también lo que se encuentra en el fondo, lo que está oculto. Investiga con profundidad a través de la observación el objeto visto.
Y finalmente, la mirada contemplativa puede tener una dimensión cognitiva, emocional y espiritual. Puede ser una forma de conexión más profunda con uno mismo, con los demás, con la naturaleza, incluso con Dios, con la divinidad, con los misterios más allá de lo que a simple vista se puede ver.
Una vida activa y contemplativa es una forma de vivir que combina la acción y la reflexión. Se trata de un equilibrio entre la actividad física y mental, en el que ambas partes son necesarias y complementarias.
En la vida activa, las personas se dedican a hacer cosas y participar en diferentes actividades como deportes, viajes, trabajo, entre otros. La actividad física es importante para mantener una buena salud y mejorar el estado de ánimo. La vida activa es divertida y desafiante, y nos permite experimentar cosas nuevas e ir más allá de nuestras limitaciones.
Por otro lado, la vida contemplativa se enfoca en la reflexión y la introspección, en detenernos a pensar y meditar sobre nuestras experiencias y emociones. La auto-reflexión nos permite conocer mejor nuestros pensamientos y emociones, ayudándonos a tomar decisiones más conscientes y a desarrollar una perspectiva más amplia de la vida.
Mientras que la actividad física nos ayuda a estar presentes en el mundo y a conectarnos con otras personas, la contemplación nos ayuda a conectarnos con nuestro ser interno y a encontrar sentido y propósito en nuestras vidas. En resumen, una vida activa y contemplativa es un camino para encontrar la felicidad y la realización personal a través del equilibrio y la armonía entre la acción y la reflexión.