San Pablo fue uno de los discípulos más destacados de Jesucristo. Nació en Tarso, una ciudad de la actual Turquía, hacia el año 5 a.C.
Se le conoce como Saulo de Tarso, y era un judío de la tribu de Benjamín. Estudió en la escuela de Gamaliel, uno de los más importantes maestros de la ley judía, y fue un gran conocedor de la Torá. Esto le permitió convertirse en uno de los líderes religiosos más importantes de los judíos.
Saulo fue un ferviente perseguidor de los seguidores de Jesús, hasta que fue convertido por el mismo Jesús durante una visión en el camino a Damasco. Después de esta experiencia, cambió su nombre a Pablo y fue llamado el apóstol de los gentiles.
Pablo dedicó el resto de su vida a predicar el evangelio de Jesucristo por toda la tierra. Viajó por Asia Menor, Grecia, Macedonia y Roma predicando el evangelio a todos los que escuchaban. Escribió muchas cartas a las iglesias que él mismo había fundado, y algunas de estas cartas han sido conservadas hasta el día de hoy.
Pablo fue arrestado y encarcelado en Roma, y allí fue juzgado por el emperador Nerón. Después de ser condenado a muerte, fue martirizado alrededor del año 67 d.C. Sus restos fueron enterrados en Roma, y hoy en día se le honra como uno de los santos más importantes de la Iglesia cristiana.