El diezmo es un tema que se menciona varias veces en la Biblia y es considerado por muchos como un deber moral y espiritual para los cristianos. En resumen, el diezmo es el acto de dar el 10% de los ingresos al Señor como una forma de expresar gratitud y apoyo a las obras del reino de Dios. Su tenacidad como cuestión financiera para la iglesia de hoy sigue siendo un tema de importancia en la vida de los creyentes.
Durante los tiempos bíblicos, el diezmo se utilizaba como una forma de sustento para los sacerdotes y levitas en Israel. La ley mosaica establecía que los israelitas debían dar el 10% de sus ingresos de la tierra y los animales a Dios como su parte del pacto y para mantener el tabernáculo. En el Nuevo Testamento, Jesús habla del diezmo como una práctica justa y necesaria. En Mateo 23:23, Jesús reprende a los fariseos por ser meticulosos en el diezmo de las plantas, pero descuidando “los aspectos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fe”.
Pedro también habla acerca del diezmo como una parte de nuestro deber de ser siervos fieles en 1 Pedro 4:10, “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”
Más allá del mandamiento de la ley mosaica o la enseñanza y la práctica de Jesús y los apóstoles, el diezmo expresa la gratitud y el amor que se siente por todo lo que Dios les ha dado, y la confianza en Su provisión para el futuro. Es importante que el diezmo se dé con un corazón agradecido, no por obligación ni por temor, sino porque se reconoce que todo lo que tenemos proviene de Dios y debemos ser buenos mayordomos de nuestras bendiciones financieras. De esta forma, el diezmo se convierte en una forma tangible de mostrar amor y adoración a Dios.
El tema del diezmo, el cual es la décima parte de los ingresos de una persona que se entrega a la iglesia, ha sido objeto de controversia a lo largo de la historia. Sin embargo, es común que se le atribuya una obligatoriedad en términos religiosos.
Por ello, muchos se preguntan: ¿dónde dice en la Biblia que el diezmo es obligatorio? La respuesta no es tan sencilla como parece. Si bien hay algunas referencias en el Antiguo Testamento que parecen sugerirlo, también hay otras que indican lo contrario.
Por ejemplo, en el libro de Malaquías (3:8-10) se hace una crítica a aquellos que no entregan el diezmo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Pero decís: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas". En este pasaje se sugiere que no dar el diezmo es un acto de robo hacia Dios.
Sin embargo, en otros pasajes como 1 Corintios 16:2 se lee: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas". En esta ocasión, no se habla específicamente del diezmo, sino de reservar una cantidad según la prosperidad de cada uno.
En definitiva, aunque hay algunas menciones a la obligatoriedad del diezmo en la Biblia, no se puede afirmar con total seguridad que ésta sea una práctica obligatoria para los cristianos. Algunos consideran que se trata de una decisión personal y otros que es una muestra de agradecimiento hacia Dios por las bendiciones recibidas.
Jesús habló acerca del diezmo en varias ocasiones a lo largo del Nuevo Testamento. Se entiende por diezmo el acto de dar el décimo de los ingresos a la iglesia u otra organización religiosa. En el libro de Mateo, Jesús enseñó a sus discípulos: "Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque dais el diezmo de la menta y del eneldo y del comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe." (Mateo 23:23).
Es decir, Jesús no estaba en contra del diezmo en sí mismo, sino en contra de la hipocresía y la falta de justicia y misericordia. En otra ocasión, en el evangelio de Lucas, Jesús contó la parábola del fariseo y el publicano. En ella, un fariseo agradecía a Dios por no ser como los demás hombres, y especialmente por dar el diezmo de todo lo que ganaba. Mientras tanto, un publicano se sentía indigno y pedía perdón a Dios. Jesús concluyó: "El publicano, en cambio, quedó en una posición justa ante Dios, y no el fariseo; porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". (Lucas 18:14).
En este caso, Jesús destacó la importancia de la humildad y la sinceridad al dar el diezmo y al adorar a Dios por encima de los gestos ostentosos y la arrogancia. En resumen, Jesús no condenó el diezmo en sí mismo, sino más bien la actitud hipócrita y la falta de justicia, misericordia y humildad al darlo. Hacerlo en armonía con estos valores es una señal auténtica de fe y devoción en Cristo.
El diezmo es uno de los temas más controvertidos en la Biblia. La mayoría de las personas sabe que el diezmo es una forma de dar un porcentaje de nuestros ingresos a la iglesia. Sin embargo, en la Biblia, el diezmo es mucho más que una simple cantidad de dinero. La Biblia se refiere al diezmo como una forma de adorar y honrar a Dios. En la Biblia, encontramos varias referencias al diezmo, especialmente en el Antiguo Testamento. Los diezmos eran ofrecidos como una ofrenda a Dios en formas de alimentos y animales.
Actualmente, muchas iglesias ven el diezmo como una obligación para los cristianos. Algunas iglesias incluso han convertido el diezmo en una forma de recaudación de fondos. Sin embargo, esto no es lo que la Biblia enseña. La Biblia dice que cada persona debe dar lo que ha decido en su corazón en respuesta a la gracia de Dios. En otras palabras, no hay una cantidad específica que se deba dar como diezmo. En vez de eso, el diezmo es una forma de mostrar nuestra gratitud a Dios por todo lo que Él nos ha dado.
Además, la Biblia habla de la importancia de dar con un corazón generoso y sincero. En 2 Corintios 9:6-7, se nos dice que "el que siembra con generosidad, también cosechará con generosidad. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría". En otras palabras, debemos dar con un corazón agradecido y contento, y no por obligación o miedo a las consecuencias si no lo hacemos. Al dar con un corazón generoso, estamos demostrando nuestra confianza y fe en Dios.
En resumen, el diezmo no es simplemente una obligación que debemos cumplir para recibir la bendición de Dios. En vez de eso, es una forma de demostrar nuestra gratitud y adoración a Dios y nuestra confianza en Él. Debemos dar de forma generosa, con un corazón agradecido y contento, y no por obligación. En última instancia, el diezmo es una forma de honrar y alabar a Dios por todo lo que nos ha dado.